martes, 13 de noviembre de 2018

PROMESAS, CULPAS Y DISCULPAS

Escrito por: Francisco José Leyva Álvarez

 En diferentes enfoques psicológicos se habla acerca de promesas autocumplidoras, contratos terapéuticos, contratos matrimoniales y además de manera cotidiana se hacen promesas y juramentos sin considerar lo que pasa en nuestra psique cuando esto sucede.

 Q, mujer de 38 años, con 13 años de casada, llega a consulta por motivo de conflicto en la relación de pareja. Su cónyuge llega a manifestar violencia, infidelidad, irresponsabilidad en manutención familiar. La queja es constante, pero justifica siempre el no irse por cuestiones económicas, inseguridad y preocupación por sus hijos. Sin embargo en una de las sesiones, reconoce que cuando era una niña, su padre dejó la casa por irse con otra pareja, argumentando que no podía seguir viviendo con su esposa, Q recuerda que el enojo lo canalizó hacia su madre, a la cual le dijo: "yo nunca dejaré que mi esposo se vaya, yo sí sabré ser mujer".

L, niño de 11 años, lo remiten a consulta por ser un niño que ante mamá mantiene un comportamiento empático y prosocial, sin embargo llegando papá, se comporta de manera hostil hacia él, retando o insultándolo. Al preguntarle lo que sucede con papá, L responde: "es un mentiroso no cumple lo que promete, a mamá y a mi nos promete cosas y no las cumple, por eso lo castigo."

En el ser humano el lenguaje juega un papel fundamental, debido a que para poder estructurarlo tenemos que elaborar ideas las cuales van formándose por medio de imágenes que, en un determinado momento se vuelven imposibles de construir completamente en palabras, por lo que buscamos el concepto que mejor defina esa imagen o imágenes. Por tal, aunque la palabra parece simple o concreta en cuanto a su definición se refiere, en realidad, desde la psique de la persona refleja todo un bagaje de información, signos y significados.

Lo complejo radica en que el emisor del mensaje, puede tener en claro esa cantidad de significados, pero el receptor del mensaje no necesariamente, por lo que asimila y acomoda lo escuchado según su criterio y cognición, guardándolo en su memoria semántica.

La promesa (etimológicamente del latín promissus: "antes de arrojar") es una idea de lo que espero hacer o que suceda, que al final estructuramos en forma de palabras o verblizamos, ya sea hacia nosotros o hacia otros, aunque textualmente no se diga "te prometo" el hecho de anticipar lo que va a suceder genera la idea de una promesa.

Nietzsche (1972), en su libro Genealogía de la moral, ayuda a entender que quien hace la promesa se siente comprometido a cumplirla, es una "deuda" y al no cumplirla se siente merecedor de un castigo, aspecto que generalmente denominamos culpa, esta no cederá hasta que se logre resarcir el daño y ser disculpado. Por otra parte, quien recibe la promesa espera que esta sea cumplida, al no suceder esto, a quien no se le cumplió espera venganza por lo no hecho.

Cuando la promesa es hecha por ejemplo a un banco o una empresa, de adquirir un producto y que será pagado en plazos, es fácil identificar el fin de la "deuda", sin embargo cuando lo prometido o pactado es emocional o intangible, no es fácil identificar el fin de dicha deuda.

También podríamos hablar de la diferencia, cuando la promesa es realizada a alguien y la promesa realizada a sí mismo; en la primera la disculpa se espera venga del otro, lo cual llega a ser algo más concreto; sin embargo en el segundo escenario, tendemos a ser menos concretos en delimitar la deuda y la disculpa, a demás de que somos más estrictos hacia nosotros.

Hablar de autopromesa no cumplida, es hablar que el culpable y el verdugo radica en el mismo sujeto, aspecto que dificulta la auto-disculpa, ya que esto conduce al auto-castigo, llevando a la persona a un círculo vicioso de flagelación.

Entonces: ¿prometer o no prometer?

El ser humano necesita neuróticamente del control de lo que le rodea y el mejor mecanismo para esto es el anticiparnos a las cosas, esto indudablemente nos llevará a prometernos algo o a prometerle a alguien.

No es fácil renunciar a la promesa, pero sí podemos ser conscientes de lo que prometemos. La premisa: "lo que se promete se cumple" necesita llevarnos a ser honestos con nuestras potencialidades y posibilidades antes de emitir la promesa, tener en claro si lo que dije que iba a hacer, está por lo menos en un 90% en mis manos, pero si obedece a las circunstancias, me parece arriesgado prometerlo.

Por eso, no es lo mismo prometer escuchar a mis hijos cuando lo necesiten, que prometer sacarme la lotería; como no es lo mismo prometer que apoyaré en la medida de mis posibilidades a mis alumnos, que estar para siempre en el rol de proveedor económico en la familia.

Sin embargo si ya se ha realizado la promesa, lo mejor es cumplirla. Desde las promesas que podemos hacerles a los niños (aspectos que muchos no consideran importante por tratarse de un menor, pero para ellos es importante en gran magnitud esa promesa), hasta las promesas realizadas a instituciones sociales o hacia sí mismo. Si lo prometido no es posible cumplirlo, discúlpate. El perdón dado y recibido, permiten la disculpa, es decir liberar de la culpa y liberarse también de ella.

No seamos duros con los otros ni con nosotros, aprendamos a reconocer cuando nos hemos equivocado y entendamos que el otro tampoco es consciente siempre de lo que sale de su boca, pero ahora que puedes atender con mayor claridad lo que implica una promesa, no la hagas si no la piensas cumplir, fomenta la honestidad hacia ti y hacia el otro, eso implica que si te es posible cumplir lo dicho, hazlo y deja de procrastinar, ya que la culpa es un peso difícil de cargar.

¿DESDE DÓNDE AMO?

  Elaborado por: Dr. Francisco José Leyva Álvarez 1. Introducción: El Mito de Empezar de Cero ¿Alguna vez has pensado que una nueva relaci...