sábado, 2 de noviembre de 2019

Actitud Frente a la Muerte

Por: Francisco José Leyva Álvarez.

Emperatriz de los sepulcros, vengadora de los agravios, del Altísimo y muy señora de la humana naturaleza. Fray Joaquín Bolaños.
El concepto de muerte es muy complejo, ya que no se sabe con certeza qué es en sí, etimológicamente proviene del latín mortis que significa cesación o término de la vida, desde el punto de vista filosófico es la separación del cuerpo y el alma que es uno de los cuatro novísimos o postimetrías del hombre; en la biología es la cesación total de la vida; y en lo cívico, mutación de estado por la cual la persona en quien acontecía se consideraba como si no existiese para el ejercicio o la ordenación de ciertos derechos; desde lo clínico, suspensión de las funciones de la vida humana con cesación de la vida vegetativa,  lo que no permite usar los procedimientos médicos de resucitación. 
Cuando volvemos hacia atrás y estudiamos las culturas de los pueblos antiguos, constatamos que la muerte es vista de forma desagradable para el hombre y quiza pueda explicarse mejor por el conocimiento básico de que, en nuestro inconsciente la  muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos. En términos simples, en  nuestro inconsciente solo podemos ser matados, no es concebible morir por una causa natural o por vejez. Por lo tanto la muerte va asociada a un acto de maldad, es un acontecimeinto aterrador, algo que exige pena y castigo.
Ernest Becker, explica que no sabemos de la muerte hasta los 3 ó 5 años de edad ya que es una idea compleja alejada de nuestra experiencia hasta que aparece la angustia del objeto perdido. Esta se establece de manera natural al presentarse el hambre, sueño o cuando la madre está ausente, sugiriendo tambien el surgimiento del miedo a la muerte, pero si la madre cumple de manera afable y cariñosa con el cuidado del niño, el menor aprende a controlar esta sensación posteriormente. Este mismo autor considera que la admisión de la muerte comienza a partir de los 9 años de edad si se les explica a los menores.
La idea de la muerte, el temor a esta, obsesiona al animal racional, es una fuente de actividad humana, actividad destinada a evitar la muerte, a superarla negando de alguna manera que es el destino último del ser humano. El antropólogo Hocart afirmó que las personas primitivas, no sienten temor a la muerte, que en ellos va acompañada de regocijos y celebraciones. ¿Seremos los mexicanos personas primitivas?
Freud en Thougts for the Times on War and Death escribía:
¿No sería mejor confesar que en nuestra civilizada actitud ante la muerte una vez más vivimos psicológicamente más allá de nuestros medios y que debemos reformarla y dar a la verdad lo que es debido? ¿No sería mejor darle a la muerte el lugar que en realidad y en nuestro pensamiento le corresponde y darle un poco de más importancia a esta actitud inconsciente ante la muerte, que hasta hoy hemos reprimido con tanto cuidado? Esto difícilmente parecerá un logro, sino más bien un retroceso... pero tiene el mérito de tomar en cuenta el verdadero estado de las cosas".
Sumado a las palabras de Freud, Allport comenta en su libro Psicología de la personalidad: 
Las características de la personalidad madura son poseer ante todo una extensión del self: esto es, su vida no debe estar atada a un cuadro de actividades que estén cerradas y eslabonadas a sus propias necesidades y deberes inmediatos...una parte importante de esta extensión del self involucra la proyección del planteamiento futuro: la esperanza.
No podemos negar que el temor a la muerte ha existido en algunas culturas, y que el aumento de la tecnología y por ende la medicina, ha erradicado enfermedades consideradas mortales,  pero existe un contra, la misma tecnología nos ha dado nuevos padecimientos,  nuevas armas de destrucción masiva, entre otras cosas que aumentan el terror ante la muerte por la facilidad para llegar a ésta. De igual forma este uso de la tecnología ha originado una forma de "muerte" en las relaciones interpersonales, generada por falta de tiempo, atención, aspectos de los que nos llegamos a arrepentir ante el fallecimiento de un ser querido.
Klüber-Ross decía en su libro Sobre la muerte y los moribundos:
Marido y mujer pueden llevar años peleándose, pero cuando uno de los dos muera, el superviviente se mecerá los cabellos, gemirá, llorará sonoramente y se dará golpes de pecho lleno de arrepentimiento, miedo y angustia, y a partir de entonces temerá su propia muerte más que antes, creyendo todavia en la ley del talión... "Soy responsable de su muerte y tendré que morir de un modo cruel como castigo".
Sin embargo esto no es algo universal ya que como dice Allport en su descripción de la personalidad madura, una de las características es ser auto objetivo, es decir tener inteligencia súbita (humor e insight) para poder gozar no solo con lo ya acostumbrado, sino poder mantener una relación positivista, aún con las incongruencias y necedades conectadas a la relación. Como la relación con la gente que ha fallecido y a la que seguimos manteniendo afecto.

Visión de muerte en Oaxaca
En este escrito solo describiré mis anotaciones desde las tradiciones zapotecas en su malloría de valles centrales, aunque cabe señalar que en Oaxaca hay 570 municipios y 18 etnias, por lo que cada municipio y etnia mantiene su mito, tradición y rituales con relación a la muerte.
Cuando en Teozapotlán moría el rey o en otra población de importancia alguno de los caciques, sus cadaveres eran transportados en hombros hasta Mitla, el,cuerpo iba en una gran plataforma enjoyado y emplumado,  vestido con gran lujo, llevando en la mano derecha una lanza y en la izquierda un escudo. Uno de los acompañantes iba por todo el camino diciéndo la vida y las excelencias del difunto. Llegados a Mitla, el gran sacerdote les esperaba para incinerar el cuerpo y las cenizas eran depositadas en los sepulcros.
Si un guerrero moria en combate también era llevado a Mitla por los soldados para arrojarlo en una oquedad, la cual era cerrada por una loza. Los zapotecas acostumbraban enterrar a sus grandes señores en la cumbre más alta para que desde allí los siguiera cuidando y vigilando de los enemigos. A la generalidad de los muertos los enterraban en túmulos doblados sobre sí mismos y liados con vendas de ixtle, la forma de estos sepulcros era piramidal. Tenian ceremonias especiales para recordar u honrar a sus muertos, en la cual había una gran matanza de aves y las aderezaban con chiles secos molidos y diferentes condimentos preparando varios platillos los cuales ponían en cazerones o jícaras y en las noches las ponian en mesas como ofrenda a sus difuntos, haciéndoles súplicas para su perdón y vinieran a recrearse y comer y así rogacen por la salud y el bienestar de la familia a los dioses a los que les servían. 
Actualmente el concepto de muerte tiene la base cristiana en la cual el alma y el cuerpo se separan y el alma va al cielo para gozar del paraíso o pagar en el infierno las culpas cometidas durante sus existencia terrenal. 
Cuando la muerte se presenta en un hogar zapoteco los deudos del difunto van a buscar a sus parientes para decirles la triste nueva,  en la casa del difunto habrá velas flores, bebidas que cada vecino lleva por caridad a los deudos y  por la relación que tenían con el difunto.
La creencia en la supervivencia del alma trae una serie de preocupaciones. Se piensa que el espíritu del muerto vigila por el bienestar de sus deudos y que en el día de muertos suele venir a la tierra y para evitar que sufra de hambre ponen un altar con alimentos y bebidas que le gustaban al difunto.

Referencias

Allport, G. W. Psicologia de la personalidad. Editorial Paidós, Buenos Aires. 1961
Becker, Ernest. El eclipse de la muerte. Fondo de cultura económica. México. 1977
DeVos, George. Antropología psicológica. Edirial anagrama. Barcelona. 1981
Díaz Guerrero, Rogelio. Psicología del mexicano. Decubrimiento de la etnopsicología. Editorial trillas. México. 2003
The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud. Traducido del alemán al inglés bajo la dirección general de James Strachey. En colaboración con Anna Freud. Asistido por Alix Strachey y Alan Tyson. 24 volúmenes, Vintage, 1999. 
Kübler-Ross, Elizabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Editorial Debolsillo. México. 2010
Mendieta y Núñez, Lucio. Los zapotecas. Monografías histórica, etnográfica y económica. Editorial imprenta universitaria UNAM. México. 1949.

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