viernes, 17 de octubre de 2025

5 Claves sobre el Autismo que Desafían lo que Creías Saber


 

Dr. Francisco José Leyva Álvarez

Introducción: Más Allá de los Estereotipos

Muchos imaginan el autismo como una simple lista de déficits sociales, pero esta visión, aunque extendida, apenas roza la superficie de una compleja realidad neurobiológica. El consenso científico actual, reflejado en el manual diagnóstico DSM-5, nos ofrece una visión mucho más rica y completa. Este artículo explora cinco aspectos sorprendentes y contra-intuitivos sobre el autismo que cambiarán tu perspectiva y fomentarán una comprensión más profunda y matizada de esta forma de ser y de funcionar en el mundo, que la ciencia define como una condición neurobiológica.

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1. El "Espectro" no es una línea recta de "menos a más autista"

Una de las ideas erróneas más comunes es visualizar el espectro del autismo como una escala lineal, donde una persona es "muy autista" o "poco autista". En realidad, el término "espectro" se refiere a la enorme variabilidad en la presentación de los síntomas. Para reflejar esta naturaleza dimensional y continua, el manual diagnóstico DSM-5 unificó diagnósticos anteriores como el Síndrome de Asperger y el Autismo Infantil bajo el único paraguas del TEA. Comprender esto es crucial, ya que significa que dos personas con el mismo diagnóstico pueden tener perfiles de fortalezas y desafíos completamente diferentes, sin que uno sea "más" autista que el otro.

Su naturaleza es "espectral" debido a la amplia variabilidad en la presentación de los síntomas, su gravedad y su impacto en el funcionamiento diario de la persona.

2. La clave podría estar en la "conectividad cerebral", no solo en el comportamiento

Más allá de los comportamientos observables, ¿qué sucede a nivel cerebral? La respuesta que está emergiendo de la neurociencia es fascinante. Estudios de neuroimagen han revelado un patrón de "conectividad atípica" en muchas personas con TEA. Este patrón se describe a menudo como una hiperconectividad en circuitos locales (conexiones muy fuertes dentro de áreas pequeñas del cerebro) y una hipoconectividad entre áreas cerebrales distantes, especialmente aquellas involucradas en la función social. Piénsalo como un sistema de carreteras cerebrales: las calles locales dentro de un mismo barrio son autopistas de alta velocidad, lo que puede explicar la capacidad de concentración intensa en intereses específicos. Sin embargo, las grandes autovías que conectan ciudades lejanas (áreas cerebrales distantes) son caminos rurales, dificultando la integración rápida de información compleja, como la necesaria para la interacción social fluida. Este hallazgo es revelador porque traslada la comprensión del autismo de un simple conjunto de conductas a una diferencia fundamental en la arquitectura y función neurológica.

3. La diferencia entre autismo y otros trastornos puede ser sorprendentemente sutil

Imagina a dos personas con dificultades casi idénticas para hacer amigos y entender las señales sociales. Una podría ser autista, la otra no. ¿Dónde reside la diferencia? Sorprendentemente, no está en la severidad de su dificultad social, sino en un área completamente distinta del comportamiento. Un ejemplo claro es el diagnóstico diferencial entre el TEA y el Trastorno de la Comunicación Social (TCS). Una persona con TCS puede tener importantes déficits en el uso social del lenguaje, muy parecidos a los del autismo. Sin embargo, si no presenta una insistencia en la monotonía, intereses fijos e intensos, o comportamientos repetitivos como la alineación de objetos, el diagnóstico es otro.

La diferencia crucial con el TEA es la ausencia de los patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades (Criterio B del TEA).

4. La sensibilidad sensorial no es un rasgo secundario, es un criterio diagnóstico fundamental

La forma en que una persona procesa la información sensorial no es una característica secundaria o anecdótica del autismo; es un pilar del diagnóstico. Dentro del Criterio B (Patrones restrictivos y repetitivos), uno de los puntos clave es la "Hiper o hiporreactividad a los estímulos sensoriales". Esto puede manifestarse de muchas maneras, como una aparente indiferencia al dolor, una respuesta adversa a sonidos o texturas específicas, o una fascinación visual intensa por las luces o el movimiento. Reconocer la experiencia sensorial como un componente central del autismo nos ayuda a generar empatía y a comprender por qué ciertos entornos pueden ser abrumadores, angustiantes o, por el contrario, fascinantes para una persona en el espectro.

5. Los síntomas pueden "ocultarse" hasta que las demandas sociales superan las capacidades

Existe el estereotipo de que el autismo siempre es evidente y se manifiesta de forma obvia en la primera infancia. Sin embargo, el DSM-5 incluye una matización fundamental: aunque los síntomas deben estar presentes desde el período de desarrollo temprano, pueden no ser plenamente visibles hasta más tarde. Los desafíos pueden manifestarse por primera vez "cuando las demandas sociales exceden las capacidades limitadas" de la persona. Esta idea es increíblemente poderosa y explica por qué muchas personas, cuyas capacidades innatas les permitieron manejar las demandas sociales más simples de la niñez, reciben su diagnóstico en la adolescencia o la edad adulta, cuando las complejidades de las relaciones sociales y la vida independiente aumentan.

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Conclusión: Una Invitación a la Comprensión

La comprensión científica del autismo evoluciona constantemente hacia un modelo más complejo, matizado y respetuoso con la diversidad neurológica. Estas cinco claves nos invitan a movernos más allá de las simplificaciones para apreciar la profundidad de la experiencia autista. ¿Qué pasaría si, en lugar de centrarnos solo en los déficits, empezáramos a valorar también las fortalezas y capacidades únicas que las personas en el espectro aportan al mundo?


Referencias:


Morrison, J. (2015). DSM-5® Guía para el diagnóstico clínico. Editorial El Manual Moderno.
Hervás, A., Maristany, M., Salgado, M., & Sánchez Santos, L. (2012). Los trastornos del espectro autista. Pediatr Integral16(10), 780-94.
Reynoso, C., Rangel, M. J., & Melgar, V. (2017). El trastorno del espectro autista: aspectos etiológicos, diagnósticos y terapéuticos. Revista médica del instituto mexicano del seguro social55(2), 214-222.
Alcantud Marín, F., Alonso Esteban, Y., & Mata Iturralde, S. (2018). Prevalencia de los trastornos del espectro autista: revisión de datos.
Cabanyes-Truffino, J., & García-Villamisar, D. (2004). Identificación y diagnóstico precoz de los trastornos del espectro autista. Rev Neurol39(1), 81-90.
García-Fernández, L., Hernández, A. V., Suárez Moreno, V., & Fiestas, F. (2013). La evidencia acerca de la controversia de las vacunas que contienen timerosal y su asociación con el autismo. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública30, 268-274.

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