lunes, 3 de noviembre de 2025

Lo que no nos enseñaron sobre la Sexualidad


 

Lo que No Nos Enseñaron sobre la Sexualidad: Un Viaje en 3 Etapas Clave


Dr. Francisco José Leyva Álvarez


Introducción

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como un aspecto central del ser humano que abarca el sexo, las identidades y roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Por lo que necesitamos entender que la sexualidad humana es un tema complejo, a menudo reducido a clichés o malentendidos. Se nos ha enseñado a asociarla casi exclusivamente con la biología de la adolescencia o las prácticas de la vida adulta, ignorando que su desarrollo es un viaje mucho más profundo y fascinante.

Este viaje, que define gran parte de nuestra identidad y bienestar, comienza mucho antes de lo que la mayoría cree y evoluciona a lo largo de toda nuestra existencia. Lejos de ser un simple impulso, es una construcción constante de quiénes somos.

En este artículo exploraremos tres etapas clave de este proceso, revelando verdades fundamentales que cambiarán tu perspectiva sobre cómo se forma una de las dimensiones más esenciales del ser humano.

1. La base de todo: La sexualidad no nace en la pubertad, sino en la infancia.

Una de las ideas más contraintuitivas es que las raíces de nuestra vida sexual se hunden en los primeros años de vida. Es crucial aclarar que esto no se refiere en absoluto a prácticas adultas, sino al primer y más fundamental descubrimiento del cuerpo, las emociones y los afectos que sientan las bases para el futuro.

  • Descubrimiento corporal: Desde el nacimiento, los bebés experimentan bienestar a través del contacto físico y las caricias. A partir de los tres años, emerge una curiosidad natural por su propio cuerpo y el de los demás. Esta exploración, que a veces incomoda a los adultos, es un comportamiento sano y una parte esencial del autoconocimiento. 
  • El rol del entorno: La forma en que los adultos responden a las preguntas y a la curiosidad infantil es determinante. Las reacciones de vergüenza, el silencio o los castigos pueden asociar la sexualidad con la culpa y el miedo. En cambio, cuando se responde con naturalidad y respeto, se moldea una percepción sana y segura.
  • Aprendizaje de roles de género: En esta etapa también se aprende qué significa ser "niño" o "niña" según la sociedad. A través de la observación y la imitación, los niños interiorizan los roles de género que, si no se abordan con una mente abierta, pueden llegar a limitar su identidad futura.

Es importante refexionar sobre estos puntos de la construcción de la sexualidad en la infacia y niñez,  porque demuestra que las bases de una identidad sexual sana y segura no se construyen con charlas de prevención en la adolescencia, sino sobre la confianza, límites  y la comunicación abierta desde los primeros años de vida.


2. Más allá de las hormonas: La adolescencia es la construcción de una identidad.

La adolescencia suele ser vista como una explosión hormonal, pero esta visión es incompleta. Los cambios biológicos son solo el catalizador de una transformación mucho más profunda: la construcción consciente de la propia identidad sexual y afectiva.

  • Transformación integral: Los cambios hormonales y físicos son la parte visible, pero el verdadero trabajo ocurre a nivel psicológico y social. Durante esta etapa, el adolescente comienza a definir su identidad sexual y su orientación. La aceptación de la diversidad sexual y un acompañamiento afectivo y sin prejuicios son fundamentales para su bienestar emocional.
  • El aprendizaje afectivo: Las primeras relaciones amorosas son mucho más que un impulso. Son un campo de aprendizaje fundamental donde se experimenta con el respeto, se aprende sobre el consentimiento y se empieza a construir la responsabilidad afectiva.
  • El desafío de las influencias externas: Los medios de comunicación y las redes sociales ejercen una influencia poderosa, presentando a menudo una visión distorsionada, superficial o sexualizada. Por ello, una educación crítica es vital; una que enseñe a gestionar emociones y a construir relaciones sanas, yendo más allá de la simple prevención de embarazos o infecciones de transmisión sexual (ITS).

 Entender la adolescencia de esta manera nos ayuda a dejar de verla como una etapa "problemática". En realidad, es un momento crucial para formar individuos emocionalmente inteligentes, respetuosos y seguros de sí mismos.

3. Un viaje continuo: La sexualidad adulta es dinámica y emocional.

Existe el mito de que la sexualidad adulta, una vez alcanzada la madurez, es estática o puramente física. La realidad es que se trata de una dimensión que sigue evolucionando, integrando la experiencia de vida y convirtiéndose en un pilar del bienestar emocional.

  • Integración y expresión: En la adultez se integran todas las dimensiones de la sexualidad: la biológica, la afectiva y la social. Se convierte en una forma de expresar intimidad, placer y comunicación profunda. Esta expresión es diversa y puede vivirse de múltiples maneras (en monogamia, en abstinencia voluntaria, etc.), siempre que se base en el consenso y el bienestar mutuo.
  • La clave no es solo biológica: La satisfacción sexual en la madurez no depende exclusivamente de la juventud, sino que se construye activamente. La capacidad de comunicación, la empatía y la conexión emocional son herramientas que podemos cultivar para una vida sexual plena. Además, la sexualidad adulta es dinámica y se ve influida por experiencias vitales como el estrés, la paternidad o maternidad, las responsabilidades laborales o los cambios hormonales.
  • Salud, no solo ausencia de enfermedad: El concepto de salud sexual va más allá de prevenir enfermedades. Implica un estado de bienestar integral que enriquece la vida de las personas, como lo define la OMS.

La salud sexual, según la OMS, no es solo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad.

Conclusión

Entender la sexualidad como un viaje que dura toda la vida nos libera de la presión de verla como un conjunto de eventos biológicos aislados. Es, en realidad, una construcción integral de nuestra identidad que moldea cómo nos vemos, cómo amamos y cómo nos relacionamos. Esta perspectiva nos invita a cultivar la autoaceptación y a construir vínculos más honestos y profundos en cada fase de nuestra existencia.

Educar en sexualidad no significa promover prácticas sexuales, sino formar personas conscientes, libres, respetuosas y responsables de su cuerpo y de sus relaciones. La sexualidad, entendida en su sentido más amplio, es una expresión del ser humano que contribuye al bienestar, la autoestima y la plenitud personal.


Referencias:

Jurgenson, J. L. Á. G. (1986). Sexoterapia integral. Editorial El Manual Moderno.

Martínez, J. (2024). Hablemos de sexualidad en familia: Cómo abordar la educación sexual con nuestros hijos. editorial peniel.

Fajardo, D. P. C. (2022). Educación sexual integral en la escuela. Revista Unimar40(1), 136-151.

Duskin, R., Papalia, D., & Wendkos, S. (2009). Psicología del desarrollo: de la infancia a la adolescencia. Recuperado de https://psicobolivar. files. wordpress. com/2011/09/psicologia-del-desarrollo-11maedicic3b3n. pdf.

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